Altares y danzón

Vladimir Ramírez

Director de Issste Cultura
31-10-2009


Quien ha nacido para aprender bailar danzón, nunca aprenderá a dejarlo.
Anónimo


El día jueves pasado, en la Casa de la Cultura del ISSSTE, como en los últimos años, se levanta un altar de muertos en honor a importantes personajes de nuestra historia cultural y artística. Esta práctica ya habitual en la ciudad de Culiacán, forma parte de las actividades que se realizan en el marco de los Festejos del Día de Muertos del Corredor Cultural del Centro Histórico.
En él participan instituciones educativas y culturales, todas, convocadas por la preservación de nuestra milenaria tradición de festejar y recordar en estas fechas a los ausentes, a los que se han marchado, a nuestros muertos que en vida, dejaron profunda huella en los recuerdos y que de forma especial ocupan un lugar en la memoria de muchos.
El altar de ISSSTE-Cultura, fue dedicado en esta ocasión a la señora Lupita del Carmen Bautista Esponda y al señor Humberto R. Lizárraga Osuna. Ambos formaron parte muy importante de los inicios que vieron nacer una de las más hermosas tradiciones de la ciudad: "Las Tardes de Danzón". Por más de 10 años, cada miércoles en el interior del quiosco y sus costados, se reúnen parejas de hombres y mujeres adultas, para ofrecer y deslizar por la plazuela Obregón, el encanto de sus movimientos al ritmo danzonero y seductor de cada paso, de cada abrazo, frente a su maravillado público, que entre los presentes y transeúntes hechizaban sus miradas y deseos por aprender a bailar danzón.
Ahí los vi por primera vez. Distinguida mujer Lupita Bautista, esposa del danzonero mayor, el Dr. Héctor Gutiérrez, maestro de muchos e impetuoso bailador del paso doble. Ahí también me tocó ver bailar a Don Humberto Lizárraga, hombre alto, de mirada seria, educada y atenta, que junto a su esposa Alicia, fluían por las veredas sonoras del clarinete, el güiro, la tarola y las trompetas.
Al tiempo los encontraría de nuevo en la vieja casona de la cultura por la Calle Rosales. Pude confirmar los encantos del danzón. La elegancia de la señora Lupita Bautista, que con su presencia de guapa mujer con sonrisa alegre y perspicaz, mostraba cada tarde calurosa su rubio cabello saltando por los vientos de su abanico en mano, después de bailar un buen danzón y haber descifrado el hechizo del baile y su conclave con los cuerpos y la música.
Por eso cuando me enteré que el altar de Día de Muertos de la Casa de la Cultura del ISSSTE sería en honor a ellos, estuve de acuerdo en ese mismo instante que me lo dijeron.
Lupita y Humberto, forman parte de la historia del danzón en Culiacán, del grupo más importante de los últimos tiempos. Aunque ya no están físicamente entre nosotros, sus figuras seguirán presentes en cada tarde de danzón, en las plazuelas Obregón y Rosales, en ISSSTE-cultura, abonando desde los recuerdos, el cariño que profesaron por el danzón.
Aún me parece verlos, cortejando a su pareja, bailando "Caldo de oso" en plazas y escenarios, llenos de sabrosa solemnidad.

 

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Elizabeth cortés

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